Carlos Peña: “Me siento feliz ayudando a la gente”
Carlos Peña
no suma méritos, suma hazañas. No lo hace ni para vivir ni para ganar dinero,
sino con fines solidarios. SaltaRíos entrevista a este nadador que cubre
distancias kilométricas en ríos, lagos y mares con fines solidarios. El jueves
comenzó su última aventura: nadar desde Córdoba hasta Sanlúcar de Barrameda
(unos 270 kilómetros) para conseguir suministros para los bancos de alimentos.
En esta conversación nos habla de sus motivaciones y de los proyectos más duros
a los que se ha enfrentado. El equipo de SaltaRíos le desea mucha suerte, tanto
en ésta como en próximas aventuras.
¿En qué
consiste el desafío que vas a protagonizar en Andalucía?
Consiste en nadar desde Córdoba
hasta Sanlúcar de Barrameda, más o menos 270 kilómetros, en 8 días. Cada día
nado 10 ó 9 horas. Es un reclamo para que la gente, partiendo de mi esfuerzo y
de este acto solidario, done comida a los bancos de alimentos de Córdoba,
Sevilla y Cádiz. Es un objetivo humanitario.
¿Cuánto tiempo
descansas entre travesía y travesía?
Pues la última la hice en noviembre,
pero es algo continuo, todo el año. Tuve un breve periodo de descanso tras
nadar en el Sella. Esto es así, no hay tiempos de descansos largos, es
prácticamente continuo porque además hay que entrenar mucho.
Personalmente,
¿qué te aportan estos restos? ¿Para ti constituye una necesidad nadar?
La mayoría de mis proyectos son
solidarios o humanitarios, y eso me aporta muchísimo, me siento muy feliz
ayudando a la gente, a una asociación, a personas enfermas. El año pasado nadé
24 horas en un embalse de Navarra para una sociedad que agrupa a personas con
enfermedades raras… es infinito lo que he nadado para ayudar a la gente.
¿Se pueden
calcular los kilómetros que has nadado en todo este tiempo?
No lo sé, no se puede calcular.
¿Cuál es el
lugar más complicado en el que has nadado? ¿Quizás el Mar Muerto?
Sin duda ha sido uno de los más
complicados. Enfrente está Israel y los israelitas y jordanos se vigilan
durante 24 horas, porque es una zona que supuestamente es susceptible de ser
escenario de un atentado. Hay checkpoints (controles) que vigilan
constantemente y que son de Israel y están en zona jordana. A nosotros nos
costó una fortuna de tiempo conseguir los permisos, que siempre pedimos desde
aquí. Allí nos vimos con que lo que llevábamos no servía para nada, más que
para abrir alguna puerta. Y además de
eso las peculiaridades del agua, supongo…
En el Mar Muerto hablamos de más de
50 grados, y eso a partir de las 12 millas, más o menos, es una exageración. Y
además la sal… si abres los ojos te puedes quedar ciego, si tragas agua te
tienen que llevar por vía urgente a que te hagan un lavado de estómago y, si
tienes suerte, a ver cómo quedas. La de Israel fue peligrosa, pero la más
peligrosa fue nadar en plena guerra de los Balcanes, en 1995. Había
francotiradores, el río estaba minado… fue una auténtica locura, a un
francotirador no lo controlas, y una mina ahí tampoco.
¿Se puede
vivir de una pasión como ésta?
No, yo no vivo de esto. Tampoco lo
pretendo. Tengo mi oficio, soy conductor de autobús y hago las travesías con mi
mujer en vacaciones. Y además lo hago sintiéndome feliz.
Pero suponemos
que la gente responde a tus llamadas a la solidaridad, ¿no? Cuesta un poquito. Cuesta menos con la prensa, porque ya me conoce, los
periodistas saben quién soy. Explicarle estas cosas a un político es más
complicado.
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